¿Qué es la obesidad infantil?
El sobrepeso y la obesidad se definen como el exceso o acumulación anormal o excesiva de grasa que supone un riesgo para la salud.
Hay que distinguir entre el sobrepeso y la obesidad. Una persona tiene sobrepeso u obesidad cuando su peso está por encima del aconsejado en relación con la talla, que se calcula en base al índice de masa corporal (IMC).
Este índice se calcula dividiendo el peso (kg) entre la altura al cuadrado (metros). Un IMC por debajo de 18,5 indica desnutrición o algún problema de salud, mientras que un IMC superior a 25 indica sobrepeso. Por encima de 30 hay obesidad leve, y por encima de 40 hay obesidad elevada que necesita seguimiento médico continuo.
Es importante mantener un adecuado peso o volumen de masa corporal durante la edad infantil puesto que el sobrepeso, u obesidad, en edad adulta está directamente relacionado con el mismo en edad infantil. Tanto en así que se calcula que el 80% de los niños y adolescentes obesos lo seguirán siendo a edad adulta.
Factores de riesgo de la obesidad infantil
Aunque la obesidad infantil pueda estar originada a causa de una enfermedad genética endocrina, en el 99% de los casos se produce como resultado de la combinación de una serie de factores:
1) Factores ambientales
Una dieta hipercalórica, con abuso de alimentos ricos en grasas y azúcares, que suponga una ingesta superior a las necesidades reales durante largos periodos de tiempo, tiene como consecuencia un importante incremento de la grasa corporal.
Pero no solamente las grasas y azúcares tienen este efecto. En España los niños entre 6 meses y 3 años tienen un exceso de proteínas de hasta un 200%. Y es que existe una relación directa entra la ingesta de proteínas y el Índice de Masa Corporal. Es decir, cuantas más proteínas más crece este índice que conlleva a mayor riesgo de sobrepeso.
Así mismo, actividades como ver la televisión, estar delante del ordenador o pasar la tarde jugando a videojuegos dan lugar a horas de sedentarismo infantil que fomentan y agravan las posibles futuras situaciones de obesidad o sobrepeso, al ser actividades donde no se consume energía e, incluso, muchas veces, se facilita o incitan a seguir comiendo. Los juegos y el deporte al aire libre ayudan a mantener el equilibro entre el consumo de calorías y el gasto de energía.
2) Factores genéticos
El riesgo de que un niño sea obeso aumenta, de forma considerable, cuando sus padres lo son. No obstante, aquí no solo interviene la genética, sino también el estilo de vida de la familia como la preferencia por determinados alimentos así como el escaso gasto de energía debido a una poca o nula actividad física.
3) Factores psicológicos
Tanto niños como adultos, a veces, buscan en la comida una recompensa, desahogo o forma de mitigar sus carencias o frustraciones. Pueden comer por inseguridad, cuando se sienten tristes o cuando están agobiados o estresados. Lo alimentos que se tienden a consumir en este tipo de situaciones son altos en azucares y grasas y con poco valor nutritivo. Por ejemplo los dulces, las chucherías, los productos o bollería industrial, etc.
Consecuencias de la obesidad infantil
- Problemas con los huesos y articulaciones.
- Dificultades para desarrollar algún deporte y ejercicio físico.
- Cansancio y problemas respiratorios.
- Alteraciones en el sueño.
- Madurez prematura. Las niñas obesas pueden entrar antes en la pubertad, y presentar irregularidades en el ciclo menstrual.
- Hipertensión, colesterol, y enfermedades cardiovasculares
- Disturbios hepáticos
- Desánimo, cansancio, depresión, decaimiento.
- Socialmente el sobrepeso puede favorecer el aislamiento del menor, provocado por la falta de autoestima.
- Problemas cutáneos.
- Diabetes.
- El sobrepeso en muchos casos puede derivar en problemas alimentarios como la bulimia y la anorexia.
- Que la obesidad no sea tratada a tiempo, según los estudios favorece que se arrastre el problema hasta la edad adulta, cuando los problemas derivados anteriores ya estén presentes.
Recomendaciones para evitar la obesidad infantil.
1) Introducir más frutas y verduras
El consumo de frutas y verduras es fundamental para combatir la obesidad infantil. Los padres deben incorporar frutas a la dieta de los niños reemplazando los dulces y las grasas. Para aumentar el consumo de verduras los padres deben comenzar introduciendo las verduras que más les gusten e ir enseñándoles la riqueza de la dieta mediterránea. Que adquieran el hábito de comer bien de niños aumenta las probabilidades de hacerlo de adultos.
2) Pasar menos tiempo enfrente de una pantalla
La obesidad difícilmente se combate con éxito sin cambiar hábitos sedentarios como ver demasiada televisión, jugar videojuegos o pasar horas frente al ordenador. Lo ideal es limitar a dos horas al día el tiempo que los niños pasan frente a una pantalla. De esa forma los niños tendrán más tiempo disponible para poner sus cuerpos en movimiento.
3) Aumentar la actividad física
Se recomienda que los niños hagan por lo menos una hora diaria de actividad física. No se trata de que se entrenen para un deporte específico o que el ejercicio sea riguroso todos los días. Se trata de que los niños jueguen en los espacios abiertos, que pasen menos tiempo encerrados en casa, que salgan a caminar y que tengan un estilo de vida que no sea sedentario.
4) Eliminar el consumo de bebidas azucaradas
En los últimos años se ha dado una explosión en el consumo de bebidas azucaradas como refrescos y bebidas energéticas e incluso muchas veces las familias desconocen cuánta azúcar contienen estas bebidas. Estas bebidas tienen muchas calorías y ningún componente nutricional, por lo que no contribuyen a una dieta saludable. Lo ideal es que los padres fomenten el consumo de agua en el hogar para así inculcar a los niños hábitos saludables. Es imprescindible retirar malos hábitos como comer o cenar con refrescos en lugar de agua, pues se trata de una costumbre dañina para el cuerpo.
5) Dar el ejemplo a los hijos
Los buenos hábitos de salud son posibles si los padres les dan suficiente importancia en el hogar. No se trata de que el padre le diga al hijo que tenga hábitos saludables. Toda la familia tiene que tener hábitos saludables, salir a caminar juntos, tratar de reducir el número de horas de televisión, tratar de evitar el consumo de bebidas azucaradas especialmente durante las comidas o directamente tener una dieta equilibrada. Si los padres tienen hábitos saludables, los hijos también los tendrán al copiar la actitud de sus progenitores.