Se han analizado un total de 1300 encuestas distribuidas en todo el territorio nacional. El destino de las mismas ha sido principalmente Centros de Adultos, Asociaciones de Padres y Madres de colegios así como asociados de las 53 Asociaciones pertenecientes a FUCI distribuidas por toda España.
Las encuestas están distribuidas según diferentes tipos de población. Así pues se han realizado encuestas a 115 personas de municipios de menos de 5.000 habitantes y que representan el 8.8% del total y 295 encuestados pertenecientes a municipios de entre 5.000 y 50.000 habitantes que representan el 22.7%. El grueso se concentra en municipios de entre 50.000 y 250.000 habitantes donde se sitúan 670 encuestados -el 51,5% del total- y por último 220 personas -el 16.9%- de municipios de más de 250.000 habitantes.
Igualmente la encuesta se ha distribuido por categorías de edad. Se puede observar de esta manera la predisposición a cambios en la facturación e incidencia en la penetración de Internet y de la factura electrónica. Las categorías son de 18 a 29 años (16.8%), 30 a 39 años (19.5%), 40 a 49 años (26.7%), 50 a 59 años (20%) y finalmente de 60 años en adelante (17% del total).
En cuanto a la distribución por sexo nuestras encuestan reflejan las opiniones de 706 mujeres (el 54.3% del total) y de 594 hombres (el 45.7%). Se ha optado por no hacer una segregación de las respuestas por sexos de forma individual sino de forma generalizada.
Para poder estimar la importancia de los consumidores en cuanto al tipo de facturación se dispuso también una pregunta acerca de la responsabilidad del pago de las facturas. En este sentido, de los 1300 analizados, el 65.6% de los encuestados han sido los encargados de recibir y pagar las facturas. El 27.1% no las pagaban pero sí estaban al tanto de las mismas, y el 7.3% que ni las pagaban ni tenían conocimiento del formato en el que las recibían. Destaca el colectivo más mayor donde apenas el 1% no controla las facturas siendo por tanto una mayoría aquellos que las pagan o al menos tienen conocimiento sobre ellas.
Así pues se observa que la gran parte de la población encuestada tiene conocimiento de sus facturas debido a su importancia, si bien estos porcentajes cambian en los jóvenes de 18 a 29 años los cuales tienen menos responsabilidad en el pago de las facturas.
En la encuesta también se han reflejado el porcentaje de acceso de ciudadanos a Internet. Responden afirmativamente a esta cuestión un 16.6% de los encuestados y negativamente un 83.4%, valores muy cercanos a los estimados por los organismos públicos y privados nacionales. Se aprecia que los ciudadanos con edades más bajas son los que más acceso tienen a Internet y sobretodo quienes más lo utilizan diariamente. También se observa que los hombres tienen una mayor predisposición a su uso.
Asociado al acceso a Internet se ha preguntado a los encuestados sobre la cantidad de uso que le dan al mismo. La frecuencia con la que el consumidor utiliza Internet varía en cuanto a los rangos de edad y sexo. Especialmente en la edad observamos como los individuos más jóvenes -18 a 29 años- se conectan a Internet varias veces al día. De ahí que sus respuestas vayan siempre con mayor predisposición a la facturación electrónica. De forma contraria son los más mayores los que menos acceden y los que por tanto prefieren la factura en el formato convencional.
Si el términos generales el 46,5% utiliza Internet varias veces al día, en los más jóvenes alcanza casi el 65% mientras que en el colectivo más mayor roza el 40% pero con especial atención a los aumentos que se producen en usos esporádicos semanales.
El resto de preguntas engloban el grueso de la encuesta. Comenzando por el hecho de recibir o no alguna factura en formato electrónico. En este sentido 4 de cada 6 consumidores (el 41.2%) reciben al menos una factura en formato electrónico mientras el resto (58.8%) dicen no recibir ninguna en este formato sino únicamente en papel.
Se continúa con preguntas sobre las preferencias en cuanto a elegir un formato u otro y las razones para elegirlos. Tras éstas se sitúan las últimas dos preguntas sobre el consentimiento informado. Es decir, se les pregunta sobre la preferencia del cambio de forma de recibir la factura así como si le resulta fácil elegir el formato.
ANÁLISIS EN PROFUNDIDAD.
Ya entrando en el grueso de la encuesta hay que destacar varios factores que se detallan a continuación. En primer lugar existe una clara preferencia por la facturación en formato papel. Así mismo destaca el hecho de que la gente cree en la necesidad de que le pregunten anteriormente al cambio o incluso que sea solamente el usuario el que solicita la modificación del formato. De la misma manera hay un porcentaje nada desdeñable de encuestados que piensan que no es fácil el cambio –uno de cada cinco-.
Actualmente 536 encuestados, es decir el 41.2% de los mismos afirman recibir alguna factura en papel frente al 58.8% que consideran que no reciben ninguna. Estos datos hay que tomarlos con precaución puesto que existe un 35% de los encuestados que no son los que pagan las facturas -distribuidos entre los que están al tanto de las mismas y los que no comparten responsabilidad-.
Tomando como referencia este porcentaje la respuesta sobre el papel es mayor lo que da a entender –estimando sólo los que controlan las facturas- que en estos datos hay una desviación más alta ya que este colectivo puede no tener conocimiento de todas las facturas sino de algunas de la vivienda. Puede ser que ese 35% controle la factura del teléfono por ejemplo pero no la del gas y/o electricidad y que esta última se envíe electrónicamente sin su conocimiento.
En cuanto a las preferencias de los consumidores éstas varían en función de edad al igual que en función del sexo del encuestado. En términos generales prefieren recibir la factura en papel un 67.4% de los encuestados. Destaca también el porcentaje que prefiere recibir ambas –tenerlo en los dos formatos- con un 15.7%.
Cuando se le pregunta a la gente más joven de 18 a 39 años estos prefieren en mayor medida la respuesta de preferir facturas electrónicas o “ambas”. Es destacable el hecho de que el colectivo que más prefiere el formato electrónico es el de 30 a 39 años, un colectivo ya adentrado en las tecnologías, con sensibilidad ecológica pero sobretodo con menor tiempo y espacio. De esta forma la factura electrónica le facilita el día a día.
Se observa como aumentan los porcentajes de “ambas” y formato electrónico frente a la media total (37,2% frente al 25,1% de la media).
Para las preferencias en cuanto a las razones de elegir uno u otro formato se ha optado por un tipo de respuesta múltiple. Por lo tanto el número de respuestas aumentan y los porcentajes se reflejan en función de los encuestados totales y no del número de respuestas realizadas.
La primera preferencia versa sobre el papel. Así pues se les pregunta por qué prefiere o preferiría recibir la factura en papel. Las preguntas se distribuyen uniformemente entre las primeras cuatro opciones. Comodidad, seguridad y fiabilidad, costumbre y evitar el abuso de Internet son las respuestas más utilizadas para dar preferencia al papel.
Como se puede observar en el gráfico más del 30% de los encuestados eligen la comodidad, la seguridad y la costumbre como razones prioritarias frente a las opciones de no saber acceder a ver las facturas o no saber usar las nuevas tecnologías que apenas supera el 5%.
Estos porcentajes varían dependiendo de los rangos de edad y sexo en el que nos encontremos. Así pues en las mujeres el hecho de no querer estar pendiente pesa más que en los hombres, los cuales dan más importancia a la fiabilidad de las facturas en papel. Por rangos de edad los más jóvenes también aprecian la seguridad y fiabilidad del papel que va disminuyendo con la edad a favor de otras como la comodidad, estar pendiente de Internet o la mayor dificultad de acceso. Esta última viene motivada especialmente por el aun amplio desconocimiento de Internet en personas mayores.
Sorprendente es el hecho de la costumbre. Para los diferentes rangos de edad y sexo continua siendo una prioridad que verdaderamente no responde a una lógica económica, ni ecológica o de ahorro de papel o espacio, sino que simplemente se trata de un aspecto más “sentimental” en el que los consumidores prefieren el formato tradicional.
La siguiente pregunta refleja las razones por las cuales se declinarían por las facturas electrónicas. Se observa que el número de respuestas es menor -1713 frente a las 2070 de las razones para elegir el papel- y que hay 176 personas que no contestaron en esta pregunta. La razón principal es el hecho de que no en general hay menos preferencia por el formato electrónico si bien observábamos que alguna respuesta expresada en las ventajas y desventajas particulares de cada formato se podía catalogar dentro de las estipuladas en esta pregunta.
El método vuelve a ser el mismo que en la pregunta anterior. Una serie de opciones multirrespuesta en la que el encuestado puede elegir tantas como quiera. En esta pregunta ha destacado ampliamente la razón ecológica que ha sido elegida por más del 55% de los encuestados.
De estas respuestas cabe subrayar las respuestas de ahorra papel y ocupa menos espacio, razones para casi uno de cada cinco encuestados. La razón de que no se pierde refleja un porcentaje muy pequeño seguramente asociado al hecho de que los ordenadores también se rompen y el no guardar las cosas físicamente hace desconfiar a la mayor parte de la población.
Importantes son las diferencias por edades y por sexo en las respuestas. Las mujeres tienen más preferencia por la factura electrónica por el hecho de ser más ecológico pero con un porcentaje muy amplio se sitúa la razón de que ocupe menos espacio, algo menos importante para el varón. Este último ve el formato electrónico más cómodo puesto que se alberga todo en un mismo dispositivo. Dado que el hombre tiene más acceso a Internet esta razón esgrimida por los encuestados guarda una relación lógica.
En cuanto a edades también se observa una dispersión. Destacan los mayores en cuanto a ecología siendo con diferencia aquellos que más le dan importancia –más del 80% de los encuestados de más de 60 años responden la ecología como razón principal-. Los jóvenes sin embargo, si bien también destacan la ecología como factor importante, tienen mayor predilección por la comodidad. En este sentido se sitúa muy similar a los hombres. Es decir, a mayor acceso a Internet y mayor uso mayor preferencia por el formato electrónico y percepción de mayor comodidad del mismo.
Finalmente, y tras observar los gustos por uno u otro formato, así como las razones para las mismos, se han realizado dos preguntas referentes al consentimiento para cambiar el tipo de factura y a la dificultad o no en este sentido.
La pregunta sobre el cambio de forma de recibir la factura en papel o en formato electrónico ofrecía cuatro respuestas posibles habiendo sido elegida mayoritariamente la primera. Sorprendentemente destaca una pregunta aun más decisiva en cuanto al cambio. Se trata de aquella en la que es el consumidor el que le pide a la empresa que le cambie o no de formato, sin que la empresa sea la encargada de realizar dicha pregunta al consumidor. También importante el hecho de que ha habido 48 personas que no han respondido a esta pregunta que en general equiparamos a un “no sabe/no contesta”.
Así pues tres de cada cuatro encuestados quieren que la empresa les pregunte si prefieren uno u otro formato y puedan decidir libremente, sin imposiciones. Sumado el 20% que considera que debe ser el consumidor el que demande a la empresa uno u otro sin que sea ésta quien le pregunte, sobrepasamos el 95% de usuarios que considera que es el consumidor, receptor de la factura, el que debe decidir en última instancia. Se quedan por tanto marginales aquellos que sólo quiere que le informen (3,7%) y los que prefieren la imposición sin informarle (1,1%).
También en este sentido continúa habiendo ligeras diferencias en cuanto a edades y sexo. De esta forma las mujeres son más exigentes que los hombres en cuanto a pedir a la empresa uno u otro formato sin ninguna imposición. Las personas mayores son también las que se reflejan como más exigentes y van aumentando las que aumentan su flexibilidad conforme vamos reduciendo la edad.
Sin embargo en todos los colectivos se plantea el hecho de que sean los usuarios los que tomen la decisión sobre elegir uno u otro formato. Ya sea en el caso de las mujeres o mayores que son más proclives a demandarlo ellos o en el caso de los hombres y jóvenes cuya preferencia se declina especialmente a que se les pregunte y puedan elegir.
Por último se ha realizado una pregunta destinada a conocer el porcentaje de encuestados que consideran que es sencillo o no elegir uno u otro formato. En este sentido más de la mitad considera que elegir entre papel o formato electrónico no es ningún problema. Así lo refleja el 52,9% de los encuestados
Aquellos que creen que elegir un formato u otro es una tarea compleja alcanzan el 19.1%, es decir, casi uno de cada cinco encuestados reflejan haber tenido problemas. El otro restante 28% de los encuestados dicen no saber si es o no sencillo elegirlo.
En esta última pregunta también se observan diferencias por rangos de edad y sexo. Los hombres son los que lo han encontrado más complicado frente a las mujeres. Y en cuanto a la edad son los más mayores los que lo ven más sencillo. Esto se explica principalmente porque son los mayores los que más reciben la factura en papel dado su menor acceso a Internet y por lo tanto son aquellos que menos han tenido que “pelear” para obtener su factura en papel frente a electrónico.
Es el colectivo de 40 a 49 años el que más complicado ve elegir uno u otro formato. Seguramente asociado a que es un sector de población con acceso a Internet y a las nuevas tecnologías pero que ya conserva la costumbre del papel así como el hecho de almacenarlo consecutivamente para evitar problemas futuros.
En este sentido hay que acentuar que son aquellos que tienen papel los que más dicen no saber si es o no sencillo. Por lo tanto viene a ofrecer una respuesta similar a la de las personas mayores. Dado que no me han “obligado” a cambiar al formato electrónico no he tenido problemas y por lo tanto no se si es sencillo o no.
Igualmente se puede recoger de un porcentaje de aquellos que lo consideran sencillo. Es decir, es una pregunta dependiente de muchas variables puesto que aun hay un importante porcentaje de la población que continua recibiendo sus facturas en formato papel y que aun no ha tenido problemas a la hora de elegir o no un formato. En cualquiera de los casos es relevante el hecho de que casi el 20% de la muestra encuestada ha reflejado haber tenido algún tipo de problema en su elección.
CONCLUSIONES.
La encuesta, realizada a 1300 personas tanto de forma online como en persona y telefónicamente, ha reflejado una clara tendencia a la preferencia por el papel en cuanto al método de facturación que eligen los consumidores.
Los resultados reflejan que dos de cada tres consumidores –un 67,4%- prefieren el formato en papel y que además otro 15% desearía que se le enviara en ambos formatos a la vez para así aprovechar las ventajas de uno y otro.
Se han observado diferencias en cuanto a sexo y edad siendo los hombres más jóvenes los más predispuestos a la factura electrónica principalmente por el hecho de que son los más conectados a Internet.
Los encuestados que prefieren el papel destacan la importancia de la comodidad a la hora de leer las facturas, la seguridad y fiabilidad que le ofrece el papel así como la costumbre y el hecho de no estar pendiente de las nuevas tecnologías.
Aquellos que valoran positivamente el formato electrónico dan preeminencia al hecho de que se trata de un formato más ecológico a parte del ahorro de papel y espacio -algo en lo que sobresalen las mujeres frente a los hombres-.
Una inmensa mayoría -75%- opina que debe preguntarse al usuario sobre el cambio de un formato a otro y además un 20% considera que debe ser el consumidor el que lo debe solicitar, no demandarlo la empresa. De esta forma apenas el 5% de los encuestados dicen preferir que no se le pregunte sobre si desea un formato u otro.
Así mismo recalcar que uno de cada cinco usuarios ha tenido algún tipo de problema a la hora de intentar cambiar de un formato a otro y lo valora como un asunto complejo.